LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA CATÓLICA!

Los Sacramentos son unas señales exteriores instituidas por nuestro Señor Jesucristo para darnos por ellas las gracias y las virtudes. (Jn 1,16).

Los Sacramentos de la Santa Madre Iglesia son siete: Bautismo, Confirmación, Penitencia, Comunión, Extremaunción, Orden Sacerdotal y Matrimonio.

 

EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO

El Bautismo es el primero de todos los Sacramentos, porque antes de él no se puede recibir válidamente ningún otro Sacramento. (He 2,41).

Jesucristo instituyó el Sacramento del Bautismo para quitar  y perdonar  el pecado original, y también los personales que haya cometido el que se bautiza. (He 2,38-39)

El Sacramento del Bautismo nos da las siguientes gracias.

  1. Perdona la pena temporal y eterna, merecida por el pecado.
  2. Infunde la gracia santificante junto con las virtudes y dones del Espíritu Santo, haciéndonos así hijos de Dios y herederos del Cielo.
  3. Imprime en el alma humana un  carácter indeleble y nos hace miembros de Nuestro Señor Jesucristo y de su Iglesia. (Jn 3,5)

El Bautismo es absolutamente necesario para obtener la Salvación. (Marcos16,16)

La palabra bautizar viene del griego baptizein significa «sumergir», «introducir dentro del agua»; la «inmersión» en el agua simboliza el acto de sepultar a la persona en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él. (Rom 6,3-4; Col 2,12) como «nueva criatura» (2 Co 5,17; Ga 6,15).

“El Bautismo «es el más bello y magnífico de los dones de Dios […] lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios”. (San Gregorio Nacianceno)

EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN

Jesucristo instituyó el Sacramento de la Confirmación para perfeccionar y fortalecer en la fe y en las gracias que se reciben en el Bautismo (2 Co 1,21-22). Tiene como fin  que el confirmado sea fortalecido con los dones del Espíritu Santo, completándose la obra del bautismo. Los siete dones del Espíritu Santo, que se logran gracias a la confirmación, son: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Es obligación recibir oportunamente el Sacramento de la Confirmación para que podamos ser perfectos cristianos (He 8,15-17), la  persona que va a recibir este sacramento debe estar suficientemente instruida en las verdades de la fe cristiana, y en gracia de Dios. (Ez 36-27).

EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

Jesucristo instituyó el Sacramento de la Penitencia para perdonar los pecados cometidos después del bautismo (Stgo 5-16), recibimos este sacramento cuando nos confesamos bien y recibimos la absolución (Lc 15-21)

Jesús dejó el Sacramento de la Confesión desde el mismo día en que resucitó de entre los muertos. En la tarde del domingo de resurrección, Jesús se apareció a sus apóstoles y les dijo: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió a mí, así los envío yo también. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo; a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos” (Jn 20, 21-23).

Jesús mismo dio a los sacerdotes el poder para perdonar los pecados. Algunas personas dicen que no se necesita confesarse con el sacerdote, que sólo hay que pedir perdón a Dios directamente;  esto no es cierto: En este evangelio (Jn 20,21-23) vemos muy claro que Cristo da a sus apóstoles (los primeros sacerdotes) el poder de perdonar los pecados y no dice que cada persona pida perdón a Dios directamente para que se le perdonen.

Este Sacramento confiere las siguientes gracias:

  1. Borra los pecados cometidos después del bautismo.
  1. Perdona la pena eterna merecida por el pecado mortal y una parte, apenas, de la pena temporal.
  1. Restituye la gracia santificante o la aumenta, si no se había perdido.
  1. Concede gracias especiales para evitar el pecado y practicar la virtud. (Jn 1, 1-9).

Es obligación de la persona confesar los pecados mortales y muy provechosos confesar los veniales (Sir 4, 20-26).

Para recibir dignamente este Sacramento es necesario cumplir con los siguientes puntos:

  1. Examen de conciencia
  2. Contrición de corazón
  3. Propósito de la enmienda
  4. Confesión de boca
  5. Satisfacción de obra. (Mt 15, 17-18) y (Mt 19-21).

 EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA

Este Sacramento es el que contiene verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor Jesucristo en su alma y divinidad, bajo las especies del pan y el vino (Mt 28-20).

Jesucristo instituyó el Sacramento de la Eucaristía en la Última Cena, cuando convirtió el pan en su cuerpo y el vino en su sangre y dio a los apostoles el poder de hacer lo mismo (Mc 14, 22-24). Por consiguiente los que tienen el poder de hacer lo mismo son los obispos y los sacerdotes (Lc 22,19) y (1Co 11,25) y lo llevan a cabo en el momento de celebrar la Santa Misa y pronuncian las palabras de la consagración. (Gén 14,18).

En la hostia consagrada está el cuerpo  de Jesucristo juntamente con su sangre, alma y divinidad (Mt 26,26-29) y en el cáliz, luego de la consagración esta la verdadera sangre de Jesucristo juntamente con su cuerpo alma y divinidad (Mc 14,17-20); al partir la hostia consagrada no se divide a Jesucristo, pues él queda todo entero en cada una de las partes en que se divide la hostia. (Lucas 24,30-31).

EL SACRAMENTO DE LA EXTREMAUNCIÓN

Este sacramento conocido también como el de la unción de los enfermos es un acto litúrgico realizado por parte de distintas Iglesias como son la católica, la ortodoxa y la comunión anglicana,  por el cual un presbítero signa con óleo sagrado a un fiel por estar enfermo, en peligro de muerte o simplemente por su edad avanzada.

Jesucristo instituyó el sacramento de la extremaunción para tres cosas;

  1. Quitar a los enfermos los rastros y reliquias de la mala vida pasada y perdonar los pecados veniales y mortales cuando el enfermo ya no los puede confesar, y de ellos tiene por lo menos atrición.
  2. Para darle fuerza al alma contra las tentaciones del demonio y aumentar la gracia santificante.
  3. Para dar salud al cuerpo si es voluntad de Dios. (Stgo 5, 14).

Deben recibir la extremaunción los que han llegado al uso de razón y se hallan enfermos o en peligro de muerte, pecan gravemente si pudiendo no lo reciben o lo hacen en pecado mortal. (Is 38,17).

Los familiares y allegados a los enfermos graves deben llamar pronto al sacerdote para que sean aplicados, sopena de pecar mortalmente si no lo llaman o le avisan tarde, por descuido o por no asustar al enfermo ya que se expone al enfermo al peligro de condenarse. (Ap 14,13).

SACRAMENTO DEL ORDEN SACERDOTAL

El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos; es pues, el sacramento del ministerio apostólico. Comprende tres grados: el Episcopado, el Presbiterado y el Diaconado. (Catecismo de la Iglesia Católica Nos.1536-1538)

Jesucristo instituyó el Sacramento del Orden para consagrar y ordenar a los obispos, sacerdotes y diáconos y demás ministros de la iglesia (He 6,6).

El Sacramento del Orden da el poder de: Enseñar, gobernar y santificar a los hombres a través de la Santa Misa, de los Sacramentos y los demás oficios sagrados con que la iglesia honra a Dios y santifica las almas. (He 14, 23).

El mismo Jesucristo fue el que dio estos poderes a los ministros de la iglesia (Mt 26, 26-29), (Lc 22,15-20), (1Co 11,23-25).

El Sacramento del Orden aumenta la gracia santificante, imprime el carácter sacerdotal y da las gracias necesarias para el digno ejercicio de los oficios sagrados. (2 Tim 1,6).

Los cristianos debemos orar continuamente por el aumento de las vocaciones sacerdotales, fomentar en los niños y jóvenes las vocaciones al sacerdocio y ayudar con las limosnas a la formación de los sacerdotes en los seminarios. (Mt 9, 37-38).

Los ministros de la iglesia deben ser respetados con especialidad ya que son los representantes de Dios en la tierra. (Lev 22,1-3).

«Sólo el varón  bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación» (Catecismo de la Iglesia Católica No.1577). El Señor Jesús eligió a hombres para formar el colegio de los doce apóstoles (Mc 3,14-19; Lc 6,12-16), y los apóstoles hicieron lo mismo cuando eligieron a sus colaboradores (1 Tm 3,1-13; 2 Tm 1,6) que les sucederían en su tarea. El colegio de los obispos, con quienes los presbíteros están unidos en el sacerdocio, hace presente y actualiza hasta el retorno de Cristo el colegio de los Doce. La Iglesia se reconoce vinculada por esta decisión del Señor. Esta es la razón por la que las mujeres no reciben la ordenación (Juan Pablo II, MD 26-27; CDF decl.“Inter insigniores»: AAs 69 [1977] 98-116). (Catecismo de la Iglesia Católica No.1577)

Nadie tiene derecho a recibir el sacramento del Orden. En efecto, nadie se arroga para sí mismo este oficio. Al sacramento se es llamado por Dios (Hb 5,4). Quien cree reconocer las señales de la llamada de Dios al ministerio ordenado, debe someter humildemente su deseo a la autoridad de la Iglesia a la que corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a recibir este sacramento. Como toda gracia, el sacramento sólo puede ser recibido como un don inmerecido. (Catecismo de la Iglesia Católica No.1578).

SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

Es el sacramento  que santifica la unión del hombre y la mujer y les da las gracias necesarias para que vivan entre sí, pacíficamente, procreen, eduquen y críen hijos, este sacramento debe recibirse en gracia de Dios, ambos contrayentes deben hacer una confesión general, “dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos harán una sola carne” (Mt 19- 5).

Jesucristo estableció que el sacramento del matrimonio debe ser de un solo hombre con una sola mujer y que la unión contraída entre ellos no se disuelve sino por la muerte de uno de los dos, estas propiedades se llaman de unidad y de indisolubilidad. (Catecismo de la Iglesia Católica).

Los principales pecados que atentan contra la felicidad y estabilidad del matrimonio son: las infidelidades, los adulterios, las inmoralidades, los abortos, las separaciones injustas, la desunión, la prepotencia, el machismo, feminismo y los vicios contra la naturaleza.

El llamado matrimonio civil no es sacramento, sino una unión gravemente culpable ante Dios y escandalosa ante el prójimo. (Tobías 8, 5) y (Malaquías 2, 14-16).

 Fuente: Catecismo de la Iglesia Católica, del Padre Gaspar Astete.

Fuente: Catecismo de la Iglesia Católica, del Padre Gaspar Astete.

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